Nuevamente me senté a escribir después de un largo tiempo de no hacerlo. Sentí la necesidad pues encuentro en la escritura un ejercicio maravilloso que me permite integrar los aprendizajes de mis vivencias. Mi intención era la de escribir sobre algunas experiencias que he tenido en este último periodo de mi vida, sin embargo, las ideas que tenía pasaron a un segundo plano y decidí escribir sobre los retos que he tenido con la llegada del Covid 19.

La experiencia inició hace poco con el bombardeo de noticias que llegaban por diversos medios de comunicación, redes y conversaciones. No soy una persona que está pegada a las noticias, sin embargo, esta vez fue inevitable caer en la tentación de verlas y empecé a leer toda la información sobre este nuevo virus que empezaban a propagarse en Asia y que, para sorpresa de todos, en poco tiempo pondría en jaque al mundo entero, llevándonos a cambiar nuestra forma de ver y vivir la vida.

Con la avalancha de información y desinformación que llegaba en tiempo real, me sentí agobiada y llena de pensamientos que me cargaban de inquietud. Para los que me conocen, saben que en el pasado experimenté periodos de ansiedad como consecuencia de unos retos de salud que afortunadamente logré superar. Sin embargo, quedan algunos residuos de ansiedad que justamente aparecieron recientemente ante tantos estímulos.

La máscara de la ansiedad

Unos días antes de que comenzara la cuarentena, empecé a tomar medidas de prevención para no contagiarme y empecé a minimizar mis salidas a la calle y el uso de transporte público. Cuando tenía que coger el bus o el metro, me fijaba en quién podría tener gripa y no me acercaba y si alguien estornudaba, en cuestión de segundos yo huía y me tapaba la boca y la nariz.

En pocas horas me volví una experta en mantener el equilibrio sin necesidad de tocar casi ninguna silla o baranda del metro o del bus. De hecho, si pienso en esta rutina, perfectamente la hubiese podido convertir en un excelente método para fortalecimiento de músculos y equilibrio.

Al poco tiempo de practicar esta rutina pude observar que me inquietaba aún más en mi intento de sentirme “segura” y fue así como empecé a ver algunas huellas que dejaba la ansiedad, que entraba disfrazada en forma de medidas de prevención para sabotear mi tranquilidad. Para este momento aún no veía claramente lo que estaba detrás de la máscara.

La cuarentena: locura, confrontación y transformación.

Con el inicio de la cuarentena me sentí aliviada de estar en casa y no exponerme. Sin embargo, seguía expuesta a un sinnúmero de estresores como las noticias, las redes, los mensajes de cadena con sus múltiples recomendaciones, las conversaciones alarmistas, las nuevas rutinas de limpieza extrema y mis “pensamientos”.

Con el paso de los días podía ver que mi ansiedad seguía disparándose y no me sentía bien…, esta fue mi alerta y en este momento decidí parar todo este ruido externo y me dediqué a escuchar lo que decía mi mente, observar mis acciones y las reacciones que iba sintiendo en mi cuerpo. Finalmente pude ver con claridad que nuevamente estaba montada en la montaña rusa de la ansiedad que se alimentaba por miedo y mis pensamientos distorsionados del presente y el de un futuro trágico e inexistente.

La verdad es que esta observación fue muy positiva, este ejercicio de darme cuenta lo recibí como una invitación para transformar mi ansiedad en una experiencia de aprendizaje y me puse en acción, recordando y poniendo en práctica todas las herramientas que aprendí en el pasado cuando tuve mis primeros ataques de ansiedad. Lo lindo de estos ejercicios es que con el paso de los días empezaron a funcionar y los incorpore en mi rutina diaria.

Decidí contar esta corta historia pues dada la situación actual, creo que es el momento de visibilizar la problemática de la ansiedad ya que puede estar impactándote a ti o alguien cercano a ti. El miedo es una emoción natural y es el que nos mueve a hacer cosas para protegernos en momentos específicos, lo que no es sano son los pensamientos distorsionados que se pueden generar sin que ni siquiera estemos conscientes de ellos magnificando una situación y aquí es donde podemos tener problemas, pues la ansiedad puede impactar nuestra salud física, mental y emocional.

La vida nos trae constantemente situaciones difíciles que nos llevan a momentos limites donde surge la ansiedad o la depresión; hoy fue un virus, mañana puede ser un tema económico o un trabajo o una perdida, finalmente no importa el nombre que lleva; lo que importa es lo que eliges hacer con ella.

Si te has identificado con mi historia y has experimentado la ansiedad, hoy quiero decirte que no estás solo, somos muchas personas que la hemos experimentado y existen formas de trabajarlo. Si en algún momento quieres hablar y trabajar tu tema puedes escribirme.

Por lo pronto me despido dejándote un consejo que puede ser útil en este momento. Ante el bombardeo de noticias sobre la situación actual, filtra la información que recibes en tus redes y los medios de información que consultas y escoge un momento del día o de la semana para consultar.

El problema de la información es la desinformación.

Hay muchas personas y medios que publican artículos sin ningún tipo de rigurosidad científica y el problema de esto es que lo que lees termina siendo especulación que lo único que hace es saturarte y aumentar tus niveles de ansiedad.

Lo interesante de esta medida es que te permite empoderarte de tu proceso y hacerte responsable de tu autocuidado. Lo que yo hago es consultar la página de la Organización Mundial de la Salud y fuentes gubernamentales del país en el que vivo y así puedo actualizarme de la información que considero relevante. También he puesto filtros en mis redes y la información que recibo por whatsapp.

Esto es solo una base, tu puedes escoger lo que crees que sea pertinente para ti. Recuerda que lo importante es que no pierdas tu objetivo y es el del autocuidado de tu salud mental.

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