La vida es un flujo constante de diversas experiencias que vamos eligiendo y otras que simplemente nos llegan sin previo aviso.

Las situaciones inesperadas, nos retan en aspectos que nunca hubiéramos podido imaginar, nos hacen vernos, replantear la vida y proyectarnos de forma diferente a lo que teníamos pensado.

Mi intención hoy es escribir sobre una de estas experiencias: La enfermedad.

En primer lugar, nunca pensamos que esto nos pueda pasar, escuchamos historias de familiares, amigos o personas cercanas de nuestros círculos y lo vemos como algo muy lejano.

¿Pero qué sucede cuando la enfermedad toca a nuestra puerta?

Este momento es tan inesperado, que si pudiera hacer un símil, diría que es como esas noticias impactantes que vemos en la tele, no entendemos nada y mucho menos sabemos cómo asimilarlas, simplemente quedamos en shock.

Nadie nos prepara para esto

No existe un manual de instrucciones que tenga un paso a paso sobre cómo reaccionar y manejar emocionalmente ese momento en que te dan un diagnóstico y todo lo que viene después. De repente te toca asimilar y asumir tu nueva realidad.

En este proceso pasan muchas cosas por la cabeza, entre estas surgen preguntas como ¿por qué me ha pasado esto a mí? ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Es que acaso no he sido lo suficientemente bueno? ¿Por qué me castigan? Y así sucesivamente…

Las preguntas sin respuesta son como callejones sin salida.

Somos muchos los que nos hemos hecho estas preguntas, mientras transitamos con dificultad esta primera etapa y es normal que esto suceda. Es parte del proceso que tenemos que atravesar para poder llegar a una segunda etapa que es la de la aceptación.

Las preguntas sin respuesta son como callejones sin salida. Nos alteran emocionalmente, nos desestabilizan, impactan de forma negativa a nuestro cuerpo. Se genera tensión, insomnio y otro tipo de respuestas fisiológicas que no apoyan nuestro proceso de recuperación.

Después de haber pasado por un momento así y acompañar a otros, puedo ver que es un proceso de transición en el que se despiertan muchas emociones, el miedo de no saber lo que vendrá, e incertidumbre sobre cómo podremos salir del reto que se nos ha impuesto. Se hace conciencia de la finitud.

El camino a la aceptación

Desde el coaching se acompaña a las personas a explorar y liberar las emociones de forma sana, indagar en el miedo y la incertidumbre, cambiar las preguntas que no tienen respuesta por aquellas que si se pueden contestar.

Buscamos apelar a la capacidad que cada persona tiene para observar la situación desde diferentes perspectivas, reflexionar y recurrir a la libertad que se tiene de elegir una posición sana emocionalmente frente a la enfermedad.

En este proceso surge la aceptación, que puede ser considerado como la base en la que se apoya la persona emocionalmente y que le permite abrir un nuevo espacio de trabajo emocional, descubrimiento y crecimiento personal, que lo apoyará en las diferentes etapas que se presentan a lo largo de la enfermedad.

En la próxima entrega hablaré sobre el día a día de la enfermedad y los retos que se imponen.

Si conoces a alguien que se encuentre en esta situación y crees que le pueda servir está información, te invito a que la compartas.

También puedes contactarme en conectandosentido.com .

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