En mi primera entrada de blog escribí sobre el proceso de la negación a la aceptación de la enfermedad. En esta segunda etapa quiero hablarles sobre mi perspectiva del día a día de la enfermedad, los retos emocionales y los grandes aprendizajes.

La montaña rusa emocional…
El día a día de la enfermedad se puede asemejar a la primera vez en que subimos a una montaña rusa…

Subimos en ella, sin saber muy bien lo que experimentaremos. Pueden darse momentos de gran dificultad, con pendientes empinadas que debemos caminar y que requieren de una gran fortaleza que ni siquiera éramos conscientes que la teníamos.

Descensos rápidos que traen desestabilidad y de los que nos quisiéramos bajar pronto. Ciclos en que las subidas son menos pronunciadas y sin embargo requieren esfuerzo, sin importar que tan cansados vengamos, acompañados por descensos suaves y espacios planos que nos permiten estabilizarnos y recuperar la fuerza. Y así vamos repitiendo este ciclo una y otra vez.

Sin embargo…
Hay aspectos personales qué si decidimos revisar durante este proceso, nos permitirán transformar esta experiencia en una herramienta de crecimiento personal y evolución.

Desde esta perspectiva la enfermedad se convierte en una maestra, que nos invita a ver aquellas cosas que en otras circunstancias no hubiésemos considerado y enfocarnos en lo que realmente es valioso en nuestra vida.

¿Actitudes claves para mí?
Aceptación ante aquello que no puedo cambiar, soltar lo que ya no funciona, especialmente la victimización, tener la apertura y la disposición para vernos con nuevos lentes, revisar si hay algo que la enfermedad nos esta mostrando, perdonarnos, sanar emocionalmente y ante todo amarnos.

Un viaje al interior
El enfermar nos lleva a buscar soluciones para sanar. Y es así como iniciamos el viaje con una primera parada en la medicina.

Algunas personas deciden quedarse aquí. Otros, como ha sido mi caso, decidimos buscar otros caminos que complementen los tratamientos médicos y que nos den soporte desde otras perspectivas.

Cualquiera de las opciones que tomamos son válidas, pues este es un camino personal en el que nuestras emociones, nuestra intuición y las necesidades, nos van llevando a buscar y caminar por rutas que quizás nunca habíamos transitado.

Desde mi experiencia, pude ver muchas cosas que antes no había visto y que me hicieron replantear mis creencias sobre la enfermedad. Amplié mi perspectiva y la dejé de ver como el resultado de mi genética, o algo aleatorio como la mala suerte.

Insight
Lo que pude observar en mi proceso personal es que había una relación con áreas de mi vida que no eran armónicas y de las que no era consciente en su momento.

Si puedo hacer un símil, la enfermedad fue como el testigo de un carro que se encendió y me obligó a parar y empezar a revisar parte por parte diversas áreas, momentos de mi vida, conductas y patrones que necesitaba sanar.

La enfermedad se convirtió en una gran maestra, me retó, me llevó a conocerme en la luz y en la sombra, pude ver de qué estaba hecha, ver mis capacidades.

Ella me invitó a liberarme de cargas, perdonarme, amarme, replantear mí vida y aprovechar cada momento como un gran regalo.

Este momento de mi vida fue una invitación a aprender, crecer, y transformarme. Hoy puedo agradecerle, pues me permitió convertirme en mi mejor versión.

Si conoces a alguien que pueda servirle esta información o que necesite acompañamiento en este momento de vida, te invito a compartir este blog. Si quieres contactarme, tienes preguntas o comentarios, puedes hacerlo en esta página http://conectandosentido.com/

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